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domingo, 8 de junio de 2025

LECCIÓN 159: Doy los milagros que he recibido.



1. Nadie puede dar lo que no ha recibido. Para dar algo es preciso poseerlo antes. En este punto las leyes del Cielo y las del mundo coinciden. Pero en este punto difieren también. El mundo cree que para poseer una cosa tiene que conservarla. La salvación enseña lo contrario. Dando es como reconoces que has recibido. Es la prueba de que lo que tienes es tuyo.


2. Comprendes que estás sano cuando ofreces curación. Aceptas que el perdón se ha consumado en ti cuando perdonas. En tu hermano te reconoces a ti mismo, y así te das cuenta de que eres pleno. No hay milagro que no puedas dar, pues todos te han sido dados. Recíbelos ahora abriendo el almacén de tu mente donde se encuentran y dándoselos al mundo.


3. La visión de Cristo es un milagro. Viene de mucho más allá de sí misma, pues refleja el Amor Eterno y el renacimiento de un amor que, aunque nunca muere, se ha mantenido velado. La visión de Cristo representa el Cielo, pues lo que ve es un mundo tan semejante al Cielo que lo que Dios creó perfecto puede verse reflejado en él. En el espejo tenebroso que el mundo presenta sólo se pueden ver imágenes distorsionadas y fragmentadas. El mundo real simboliza la pureza del Cielo.


4. La visión de Cristo es el milagro del que emanan todos los demás milagros. Es su fuente, y aunque permanece con cada milagro que das, sigue siendo tuya. Es el vínculo mediante el cual el que da y el que recibe se unen en el proceso de extensión aquí en la tierra, tal como son uno en el Cielo. Cristo no ve pecados en nadie. Y ante Su vista, los que están libres de pecado son todos uno. Su santidad les fue otorgada por Su Padre y por Él Mismo.


5. La visión de Cristo es el puente entre los dos mundos. Y puedes tener absoluta confianza en que Su poder te sacará de este mundo y te llevará a otro que ha sido santificado por el perdón. Las cosas que aquí parecen completamente sólidas, allí son meras sombras, transparentes, apenas visibles, a veces relegadas al olvido e incapaces de poder opacar la luz que brilla más allá de ellas. A la visión se le ha restituido la santidad y ahora los ciegos pueden ver.


6. Éste es el único regalo del Espíritu Santo, el tesoro al que puedes recurrir con absoluta certeza para obtener todas las cosas que puedan contribuir a tu felicidad. Todas ellas se encuentran ya aquí, y se te dan sólo con que las pidas. Aquí las puertas no se cierran nunca, y a nadie se le niega la más mínima petición ni su necesidad más apremiante. No hay enfermedad que no esté ya curada, carencia que no se haya suplido, ni necesidad que no haya sido satisfecha en éste, el áureo tesoro de Cristo.


7. Aquí es donde el mundo recuerda lo que perdió cuando fue construido. Pues aquí se le repara y se le renueva, pero bajo una nueva luz. Lo que estaba destinado a ser la morada del pecado se convierte ahora en el centro de la redención y en el hogar de la misericordia, donde todos los que sufren son curados y se les da la bienvenida. A nadie se le niega la entrada a este nuevo hogar donde su salvación le aguarda. Nadie es un extraño aquí. Nadie le pide nada salvo el regalo de aceptar la bienvenida que se le ofrece.


8. La visión de Cristo es la tierra santa donde las azucenas del perdón echan raíces. Ése es su hogar. Desde ahí se pueden llevar de vuelta al mundo, pero nunca podrán crecer en sus tierras estériles y superficiales. Tienen necesidad de la luz y del calor, así como del amoroso cuidado que la caridad de Cristo les provee. Necesitan el amor con el que Él las contempla. Y se convierten en Sus emisarias, que dan tal como recibieron.


9. Toma lo que quieras de Su depósito para que sus tesoros puedan multiplicarse. Las azucenas no abandonan su hogar cuando se traen al mundo. Sus raíces aún siguen allá. No abandonan su fuente, sino que llevan su beneficencia consigo y convierten al mundo en un jardín como aquel del que vinieron y al que retornarán con una fragancia todavía mayor. Ahora son doblemente benditas. Han transmitido los mensajes de Cristo que traían y éstos les han sido devueltos. Y ellas se los llevan gustosamente de vuelta a Él.


10. Contempla el caudal de milagros desplegados ante ti para que los des. ¿No eres acaso merecedor de esos mismos regalos cuando Dios Mismo dispuso que se te dieran? No juzgues al Hijo de Dios, sino sigue el camino que Dios ha señalado. Cristo ha soñado el sueño de un mundo perdonado. Ése es Su regalo, por medio del cual puede tener lugar una dulce transición de la muerte a la vida; de la desesperación a la esperanza. Permitámonos por un instante soñar con Él. Su sueño nos despierta a la verdad. Su visión nos proporciona los medios para regresar a nuestra eterna santidad en Dios, la cual nunca perdimos.


REFLEXIÓN:


Del “almacén” de mi mente “doy los milagros que he recibido”.  ¡Qué metáfora! Recibimos los milagros abriendo el almacén de nuestra mente. Este es mi tercer año repasando los ejercicios de UCDM, y había pasado inadvertida esta metáfora. Esa es la prueba de que sólo el presente existe, porque leo cada lección como si fuera la primera vez, no hay recuerdos del pasado. El pasado quedó atrás, y hoy veo en esta lección lo que estoy preparada para recibir y lo que necesito. A todos nos pasa lo mismo, y muy seguramente, tú que también estudias UCDM, vas a comprobar que no importa cuantas veces vuelvas a leer una lección o un texto, siempre parecerá como que es la primera vez, porque cada día es nuevo y diferente, y el pasado nos dio lo que necesitábamos en ese momento, y hoy recibimos lo que necesitamos para transitar el presente.


Entonces, hoy nos sorprenden con algo novedoso. y es que nuestra mente es un almacén donde reposan todos los milagros que hemos recibido, y si están ahí es para que los entreguemos al mundo. Y la fuente de esos milagros es la “visión de Cristo”, que es “el puente entre los dos mundos”: el que es gobernado por el cuerpo, y el que es gobernado por el espíritu. Si me identifico con el cuerpo habitaré el mundo en donde el perdón no existe, pero si me identifico con el espíritu, mi mundo será el que “ha sido santificado por el perdón”, y en donde habita Cristo eternamente. Y en este mundo “no hay enfermedad que no esté ya curada, carencia que no se haya suplido, ni necesidad que no haya sido satisfecha en éste, el áureo tesoro de Cristo”.


Esta lección es un poema, cada frase es una oda a Cristo, y a su amor por nosotros, y genera una reflexión muy personal. Yo quise tomar algunas frases y convertirlas en poema:


El dador de milagros


La visión de Cristo es un milagro.

Viene de mucho más allá de sí misma, 

refleja el Amor Eterno

 y el renacimiento de un amor 

que, aunque nunca muere, 

se ha mantenido velado.


La visión de Cristo es el Cielo

y es el milagro del que emanan

todos los milagros.

Es su fuente, y el vínculo

que une al que da y al que recibe:

es la unión del Cielo y la  Tierra.


Cristo no ve pecado en nadie

y ante su vista todos sin pecado 

simplemente somos uno.

Y esa santidad vino del Padre

y la transmitió a través de su Hijo.


La visión de Cristo es la tierra santa

donde las azucenas del perdón echan raíces,

gracias al amor de quien las contempla,

para luego convertirse en Sus emisarias

que dan todo lo que reciben.


Cristo ha soñado 

el sueño de un mundo perdonado. 

Ése es Su regalo, 

que duerme la muerte y despierta la vida; 

¡Soñemos con Él!

Su sueño nos despierta a la verdad. 

Su visión nos devuelve la eterna santidad, 

esa que nunca perdimos.


Este es el atisbo del “áureo tesoro de Cristo”.


Puedes hacer el ejercicio, toma frases, únelas, y conviértelas en poema que nunca olvides, porque donde está la Presencia de Cristo, siempre surge una extraña e inusual sensación de Amor, ese que no es terrenal y se escribe con mayúscula.


ORACIÓN:


Padre, quiero contemplar “el caudal de los milagros” que has desplegado para mí. Permite que comprenda que merezco recibirlos porque Tú dispusiste que se me dieran. No juzgo al Hijo de Dios, y emprendo el camino que me has señalado porque quiero dar los milagros que he recibido. Amén.

2 comentarios:

  1. Muchas Gracias, esta explicación es bastante más "excelsa" que las anteriores que también son absolutamente extraordinarias para mí

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    1. Gracias, somos un reflejo, y descubres lo que hay en tu corazón. ¡Paz Perfecta!

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LECCIÓN 287: Tú eres mi única meta, Padre mío, sólo Tú.

1. ¿Adónde querría ir sino al Cielo? ¿Qué podría substituir a la felicidad? ¿Qué regalo podría preferir a la Paz de Dios? ¿Qué tesoro querrí...

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