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sábado, 8 de febrero de 2025

LECCIÓN 39: Mi santidad es mi salvación.



1. Si la culpa es el infierno, ¿cuál es su opuesto? Al igual que el texto para el que este libro de ejercicios fue escrito, las ideas que se usan en los ejercicios son muy simples, muy claras y están totalmente exentas de ambigüedad. No estamos interesados en proezas intelectuales ni en juegos de lógica. Estamos interesados únicamente en lo que es muy obvio, lo cual has pasado por alto en las nubes de complejidad en las que crees que piensas.


2. Si la culpa es el infierno, ¿cuál es su opuesto? Ésta, sin duda, no es una pregunta difícil. La vacilación que tal vez sientas al contestarla no se debe a la ambigüedad de la pregunta. Pero ¿crees acaso que la culpa es el infierno? Si lo creyeras, verías de inmediato cuán directo y simple es el texto, y no necesitarías un libro de ejercicios en absoluto. Nadie necesita practicar para obtener lo que ya es suyo.


3. Hemos dicho ya que tu santidad es la salvación del mundo. ¿Y qué hay de tu propia salvación? No puedes dar lo que no tienes. Un salvador tiene que haberse salvado. ¿De qué otro modo, si no, podría enseñar lo que es la salvación? Los ejercicios de hoy van dirigidos a ti, en reconocimiento de que tu salvación es crucial para la salvación del mundo. A medida que apliques los ejercicios a tu mundo, el mundo entero se beneficiará.


4. Tu santidad es la respuesta a toda pregunta que alguna vez se haya hecho, se esté haciendo ahora o se haga en el futuro. Tu santidad significa el fin de la culpa y, por ende, el fin del infierno. Tu santidad es la salvación del mundo, así como la tuya. ¿Cómo podrías tú —a quien le pertenece tu santidad— ser excluido de ella? Dios no conoce lo profano. ¿Sería posible que Él no conociese a Su Hijo?


5. Se te exhorta a que dediques cinco minutos completos a cada una de las cuatro sesiones de práctica más largas de hoy, y a que esas sesiones sean más frecuentes y de mayor duración. Si quieres exceder los requisitos mínimos, se recomienda que lleves a cabo más sesiones en vez de sesiones más largas, aunque sugerimos ambas cosas.


6. Empieza las sesiones de práctica como de costumbre, repitiendo la idea de hoy para tus adentros. Luego, con los ojos cerrados, explora tu mente en busca de pensamientos que no sean amorosos en cualquiera de las formas en que puedan presentarse: desasosiego, depresión, ira, miedo, preocupación, ataque, inseguridad, etc. No importa en qué forma se presenten, no son amorosos y, por lo tanto, son temibles. De ellos, pues, es de los que necesitas salvarte.


7. Todas las situaciones, personalidades o acontecimientos específicos que asocies con pensamientos no amorosos de cualquier clase constituyen sujetos apropiados para los ejercicios de hoy. Es imperativo para tu salvación que los veas de otra manera. Impartirles tu bendición es lo que te salvará y lo que te dará la visión.


8. Lentamente, sin hacer una selección consciente y sin poner un énfasis indebido en ninguno en particular, escudriña tu mente en busca de todos aquellos pensamientos que se interponen entre tu salvación y tú. Aplica la idea de hoy a cada uno de ellos de esta manera:


Mis pensamientos no amorosos acerca de _____ me mantienen en el infierno. Mi santidad es mi salvación.


9. Quizá estas sesiones de práctica te resulten más fáciles si las intercalas con varias sesiones cortas en las que simplemente repites muy despacio la idea de hoy varias veces en silencio. Te puede resultar útil asimismo incluir unos cuantos intervalos cortos en los que sencillamente te relajas y no pareces estar pensando en nada. Mantener la concentración es muy difícil al principio. Sin embargo, se irá haciendo cada vez más fácil a medida que tu mente se vuelva más disciplinada y menos propensa a distraerse.


10. Mientras tanto, debes sentirte en libertad de introducir variedad en las sesiones de práctica en cualquier forma que te atraiga hacerlo. Mas no debes cambiar la idea en sí al variar el método de aplicación. Sea cual sea la forma en que elijas usarla, la idea debe expresarse de tal manera que su significado sea el hecho de que tu santidad es tu salvación. Finaliza cada sesión de práctica repitiendo una vez más la idea en su forma original y añadiendo:


Si la culpa es el infierno, ¿cuál es su opuesto?


11. En las aplicaciones más cortas, que deben llevarse a cabo unas tres o cuatro veces por hora o incluso más si es posible, puedes hacerte a ti mismo esa pregunta o repetir la idea de hoy, pero preferiblemente ambas cosas. Si te asaltan tentaciones, una variación especialmente útil de la idea es:


Mi santidad es mi salvación de esto.


REFLEXIÓN: 


La frase “Tu santidad significa el fin de la culpa, y por ende, el fin del infierno.”, es muy esperanzadora porque si algo nos ha hecho daño, a la mayoría de las personas, es el sentimiento de culpa, y desafortunadamente de esa palabra nos han enseñado que “somos culpables sólo por haber nacido”. Crecí en una familia católica y por eso está muy presente en mí una frase que se repite al comienzo de las misas que dice: “... por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa…”.  Cuando era niña la repetía de manera automática sin reflexionar en ello, luego, cuando llegué a la adolescencia sentía incomodidad al repetirla y siempre me preguntaba ¿cuál culpa? El caso es que llegó un momento de mi vida en que de tanto buscar respuestas en diferentes disciplinas espirituales, aprendí que la culpa enfermaba y era la causante de la mayoría de nuestras dolencias físicas y espirituales; y entendí que no había “culpables” sino “responsables”, y eso para mí significaba mucho. Tomé conciencia de ello e hice el proceso de ver mis posibles “culpas” como parte de una proceso de aprendizaje, y empecé a aplicarlo, primero en mí, y luego en los demás para no ver culpables en mis hermanos que habían hecho parte de mi vida pasada o que estaban en el presente. Aprender esto también me ayudó a entender las creencias religiosas con las que me eduqué para tampoco juzgarlas o culparlas de mis malas experiencias. No creer en la culpa no me impide asistir a la iglesia, y cuando llega el momento de la oración en donde  tenemos que llevar nuestra mano derecha al corazón para culparnos, pronuncio otra frase más amorosa que aprendí: “Lo siento, perdóname, te amo, gracias”. Quizás muchas personas la conocen, y sabrán que es una oración muy sanadora en donde asumimos la responsabilidad por cualquier cosa que no hayamos hecho bien, nos excusamos por los inconvenientes que pudimos haber causado, expresamos nuestro amor, y agradecemos por la oportunidad de reivindicarnos. Todo lo que aprendemos a lo largo de nuestra vida son como peldaños que nos van llevando a la meta, y todo aporta y no es necesario descartar nada ni a nadie, porque todos tenemos algo valioso que ofrecer para que otros también puedan seguir subiendo peldaños. UCDM es una luz de ese camino hacia nuestro hogar, y muy seguramente lo vamos a entender un poco mejor gracias a previos aprendizajes por los que hemos transitado.


ORACIÓN:


Padre, estoy en un camino que elegí para alcanzar la paz, para sanar mi mente, por eso pongo en Tus Manos cada pensamiento no amoroso que emerja de mí, para que lo transmutes con tu Eterna Bondad, y yo pueda ser salvado para poder compartir con mis hermanos la salvación del mundo. Amén.


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