Te entrego este instante santo. Sé Tú Quien dirige, pues quiero simplemente seguirte, seguro de que Tu dirección me brindará la paz.
1. Y si necesito una palabra de aliento, Él me la dará. Si necesito un pensamiento, Él me lo dará también. Y si lo que necesito es quietud y una mente receptiva y serena, ésos serán los regalos que de Él recibiré. Él está a cargo a petición mía. Y me oirá y contestará porque Él habla en Nombre de Dios mi Padre y de Su santo Hijo.
ORACIÓN:
Padre, te entrego mi vida. Gobierna mis acciones e ilumina mi mente para que “el pecado” no sea más una creencia en mí. Por mucho tiempo veía en todo pecado, y mi mundo se volvió “un lugar feo e inseguro, hostil y destructor, peligroso desde cualquier punto de vista y traicionero más allá de cualquier esperanza de poder tener confianza o de escapar del dolor.”.
Hoy marcho por el camino que la verdad me señala. Mi mente y mi corazón están libres y dispuestos para recibir Tu guía, y poder ser una luz para esos “hermanos que andan en busca del camino, pero que no lo encuentran.”.
¡Qué Tu Gracia nos cobije!
Amén.


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