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miércoles, 5 de marzo de 2025

LECCIÓN 64: Que no me olvide de mi función.



1. La idea de hoy es simplemente otra manera de decir: “No me dejes caer en la tentación”. El propósito del mundo que ves es nublar tu función de perdonar y proveerte de una justificación por haberte olvidado de ella. Es asimismo la tentación de abandonar a Dios y a Su Hijo adquiriendo una apariencia física. Esto es lo que los ojos del cuerpo ven.


2. Nada de lo que los ojos del cuerpo parecen ver puede ser otra cosa que una forma de tentación, ya que ése fue el propósito del cuerpo en sí. Hemos aprendido, no obstante, que el Espíritu Santo tiene otro uso para todas las ilusiones que tú has forjado y, por lo tanto, ve en ellas otro propósito. Para el Espíritu Santo el mundo es un lugar en el que aprendes a perdonarte a ti mismo lo que consideras son tus pecados. De acuerdo con esta percepción, la apariencia física de la tentación se convierte en el reconocimiento espiritual de la salvación.


3. Al repasar nuestras últimas lecciones, vemos que tu función aquí es ser la luz del mundo y que es una función que Dios Mismo te dio. La arrogancia del ego es lo único que te hace poner esto en duda, y el miedo que le tienes, lo único que te induce a considerarte indigno de la tarea que Dios Mismo te encomendó. La salvación del mundo aguarda tu perdón porque a través de él el Hijo de Dios se libera de todas las ilusiones y, por ende, de toda tentación. El Hijo de Dios eres tú.


4. Sólo desempeñando la función que Dios te dio podrás ser feliz. Esto se debe a que tu función es ser feliz valiéndote de los medios mediante los cuales la felicidad se vuelve inevitable. No hay otra manera. Por lo tanto, cada vez que eliges entre si desempeñar o no tu función, estás en realidad eligiendo entre ser feliz o no serlo.


5. Recordemos esto hoy. Tengámoslo presente por la mañana, por la noche y también a lo largo del día. Prepárate de antemano para todas las decisiones que tengas que tomar hoy, recordando que todas ellas son en realidad muy simples. Cada una te conducirá ya sea a la felicidad o a la infelicidad. ¿Puede ser acaso difícil tomar una decisión tan simple? No permitas que la forma de la decisión te engañe. Complejidad en lo relativo a la forma no implica complejidad en lo relativo al contenido. Es imposible que el contenido de cualquier decisión aquí en la tierra se componga de cualquier otra cosa que no sea esta simple elección. Ésta es la única elección que el Espíritu Santo ve. Por lo tanto, es la única elección que existe.


6. Practiquemos hoy, pues, con estos pensamientos:


Que no me olvide de mi función.

Que no trate de substituir la que Dios me dio por la mía.

Quiero perdonar y ser feliz.


Por lo menos una vez hoy, dedica diez o quince minutos a reflexionar acerca de esto con los ojos cerrados. Pensamientos afines acudirán en tu ayuda si recuerdas cuán crucial es tu función para ti y para el mundo.


7. En las aplicaciones frecuentes de la idea de hoy a lo largo del día, dedica varios minutos a repasar estos pensamientos y luego a pensar en ellos y en nada más. Esto te resultará difícil, sobre todo al principio, ya que aún no tienes la disciplina mental que ello requiere. Tal vez necesites repetir: “Que no me olvide de mi función” con bastante frecuencia para que te ayude a concentrarte.


8. Hoy se requieren dos variaciones de las sesiones de práctica más cortas. Haz los ejercicios con los ojos cerrados algunas veces, tratando de concentrarte en los pensamientos que estés usando. En otras, mantén los ojos abiertos una vez que hayas repasado los pensamientos, y luego mira a tu alrededor lenta e imparcialmente, repitiendo para tus adentros:


Éste es el mundo que es mi función salvar.


REFLEXIÓN:


Es tan importante nuestra función que en la lección de hoy nos recuerdan no olvidarla y nos dicen que otra manera de entenderla es: “No me dejes caer en la tentación”. Supongo que a la mayoría de nosotros esta frase nos lleva al “Padre Nuestro”, esa bella y universal oración que nos enseñaron desde niños, y que jamás hemos olvidado. En la Biblia dice que esa oración la enseñó Jesús a los apóstoles cuando ellos le pidieron que los enseñara a orar. Siempre la hemos orado casi que mecánicamente y muchas veces ni siquiera caemos en cuenta de su significado tan profundo. Este es el tercer año que repito las lecciones del libro de ejercicios, y es la primera vez que me detengo en esa frase, y me hizo pensar en el significado tan profundo del “Padre Nuestro”. De hecho, después de haber estudiado el contenido de UCDM, me di cuenta que contiene la esencia de sus enseñanzas:  en la oración del “Padre Nuestro” lo primero que hacemos es invocar la grandeza de la presencia del Padre, y lo estamos haciendo a través del Hijo, quién nos enseñó a orar: "Padre Nuestro, que estás en el cielo, santificado sea Tu Nombre...". Cuando decimos: “venga a nosotros Tu Reino y hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo…”, le estamos diciendo al Padre, que deseamos su presencia en nuestras vidas y que aceptamos que Su Voluntad y la nuestra sean una. Con la frase: “danos hoy el pan de cada día…”, pedimos su provisión de bendiciones materiales y espirituales porque estamos creyendo que nos sostendrá. Y al decir: “perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden…”, le estamos manifestando que estamos decididos a perdonar; y esa es una frase afirmativa en donde le anticipamos que no tenemos objeción en perdonar y por eso nos atrevemos a decirle que nos perdone. Y finaliza con la frase que hoy UCDM nos recuerda que es la manera de no olvidarnos de nuestra función: “No me dejes caer en tentación”. Sí, es la tentación de olvidarme que soy la luz del mundo y que si lo hago me olvidaré también de perdonar, y eso me llevará a abandonar a Dios y a Su Hijo. Podríamos decir, que la oración del “Padre Nuestro” contiene la esencia de las enseñanzas de UCDM, y creo que no tiene nada de raro si es Jesús mismo quien nos está enseñando.


ORACIÓN:


“Padre, no me dejes caer en la tentación y líbrame de caer en el olvido de perdonar, pues no quiero abandonar Tu senda, ya que sólo cumpliendo la función que me encomendaste puedo ser feliz y que mis hermanos también lo sean. Amén.


2 comentarios:

LECCIÓN 287: Tú eres mi única meta, Padre mío, sólo Tú.

1. ¿Adónde querría ir sino al Cielo? ¿Qué podría substituir a la felicidad? ¿Qué regalo podría preferir a la Paz de Dios? ¿Qué tesoro querrí...

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